Puedes acudir a un psicólogo siempre que sientas malestar emocional, tengas dificultades para gestionar alguna situación o simplemente quieras conocerte mejor. No es necesario “estar muy mal” para pedir ayuda: la terapia también es útil para prevenir, tomar decisiones importantes o mejorar aspectos personales como la autoestima, las relaciones o la gestión del estrés.

La terapia funciona porque te ofrece herramientas, comprensión y acompañamiento profesional para afrontar lo que te ocurre. Cada proceso es único, pero muchos pacientes notan mejoras desde las primeras sesiones. El compromiso con uno mismo y la confianza en el proceso son claves para avanzar. Además, si en algún momento sientes que no conectas con tu terapeuta, siempre puedes hablarlo y encontrar al profesional adecuado para ti.

En terapia puedes hablar de cualquier cosa que te preocupe o te genere malestar: emociones, pensamientos, relaciones, decisiones, situaciones del pasado o conflictos actuales. El psicólogo no te juzga ni te da “recetas”, sino que te guía con preguntas, reflexiones y técnicas para ayudarte a entender lo que te pasa y encontrar nuevas formas de vivirlo.

La duración varía según cada persona y sus objetivos. Algunas personas acuden durante unas pocas sesiones para resolver un problema puntual, mientras que otras realizan un trabajo más profundo a medio o largo plazo. El ritmo lo marcas tú, y siempre puedes valorar con tu terapeuta la evolución del proceso y los pasos a seguir.